“Si estirem tots, ella caurà
i molt de temps no pot durar,
segur que tomba, tomba, tomba,
ben corcada deu ser ja.

Si estirem tots, ella caurà
i molt de temps no pot durar,
segur que tomba, tomba, tomba,
i ens podrem alliberar”

Lluís Llach

El conflicto nacional en Cataluña ha regresado. Como dijo nuestro estimado compañero Just Casas, siempre elocuente y certero en sus análisis, en una de sus charlas sobre la cuestión “el oso (el problema nacional catalán) puede que no se le vea, pero está durmiendo”. El oso pues ha despertado y con firmeza y fuerza. La burguesía catalana está determinada a lograr sus objetivos, esta vez las condiciones le son favorables.

La burguesía catalana está determinada a lograr sus objetivos, esta vez las condiciones le son favorables.

Existe un movimiento transversal en Cataluña que acoge gente de distintas clases sociales que ha dado un empuje definitivo al movimiento independentista por tres cuestiones: la crisis democrática del Estado Español, la crisis económica y la defensa de la cultura e identidad catalana. Con los recortes al último Estatuto de Autonomía de Cataluña por parte del Tribunal Constitucional, y las sucesivas ofensivas contra la inmersión lingüística y el autogobierno de Cataluña del PP en su anterior legislatura han hecho que gran parte del catalanismo no independentista engrosara las filas del movimiento. Por otro lado la corrupción, la inexistente respuesta de la izquierda parlamentaria a la crisis económica y los sucesivos recortes del Estado del Bienestar han permitido al independentismo catalán crear un proyecto de país que permita ofrecer nuevas reglas del juego a la ciudadanía que puedan crear una alternativa real a la solución. Estas razones han hecho que el independentismo histórico en Cataluña pase del 15% de la población en sus mejores momentos, a ser hoy la mitad de la población.

La burguesía ha unido fuerzas con este movimiento, por dos principales razones: este movimiento ha superado toda la política catalana sepultando o marginando a aquellos partidos que han mantenido la equidistancia con la cuestión (así, por ejemplo, Unió ha sido finalmente liquidada para mayor interés de Convergència, ahora PDeCAT, que ha finiquitado a un socio que resistía por cuestiones históricas pero con un peso social absolutamente marginal, o el PSC obteniendo los peores resultados de su historia con una más que previsible nueva crisis interna a punto de estallar por su actitud hostil al derecho a decidir y similitud de discurso la derecha española).

La otra cuestión se sitúa en el contexto actual, en el que debido a la atomización de un movimiento popular que pueda hacer de contrapeso a la burguesía catalana y un movimiento obrero prácticamente inexistente carecerían de la necesidad histórica de las fuerzas represivas del Estado Español (Guardia Civil, Ejército…) para combatir dichos movimientos, más aún ahora que disponen de un cuerpo de Mossos d’Esquadra moderno y desplegado en todo el territorio. Por otro lado el contexto económico se conjura favorable a sus intereses: los mercados en los que se maneja hoy la industria catalana son básicamente extranjeros, lo que le permitiría prescindir del mercado interior español. Otra muestra es la actitud del Capital internacional, que en el último año ha incrementado sus inversiones en Cataluña, amén de los requerimientos insistentes de la UE al Gobierno español para iniciar el corredor Mediterráneo.

Y todo este movimiento finalmente se ha articulado en torno a una cuestión clave: el derecho a decidir, o dicho ya sin tapujos en estos últimos tiempos, el derecho de autodeterminación. El movimiento ha sabido pivotar todo su discurso en torno a una cuestión elemental, la gente ha de poder decidir su futuro y por lo tanto votar en referéndum. Nos guste o no a los anarquistas, hemos de asumir que para la mayoría de la población la canalización de sus anhelos y voluntades pasa por la democracia parlamentaria, de modo que más allá de nuestros análisis sesudos la percepción de la gente cuando se les está negando a votar SI o votar NO, o simplemente abstenerse, se percibe de un modo autoritario por la mayor parte de la población. Entrar en tecnicidades legales sobre si el referéndum que está hoy encima de la mesa para el próximo domingo 1-O es legítimo o no, es simplemente una pérdida de tiempo. La negativa política del Estado a plantear la posibilidad del referéndum es abrir la posibilidad a cuestionar uno de ciertos axiomas que sostienen el régimen vigente, en este caso la integridad territorial. Cuestionarla puede abrir la puerta a discutir otras como la cuestión agraria, el concordato con el Vaticano, el conflicto entre Capital y Trabajo o la propia institución de la Monarquía Borbónica, entre otras.

La respuesta del Estado ante el desafío por el derecho de autodeterminación en Cataluña ha desembocado en una rápida escalada represiva, cuya velocidad ha sorprendido a una mayoría mientras otros menos atentos aún no la han visto pasar. La militarización del territorio con miles de efectivos de la Guardia Civil y Policía Nacional, la intervención de facto de las instituciones de la Generalitat, la detención de más de una docena de miembros del Govern o la intervención en medios de comunicación o de Internet es ya un hecho sin precedentes en Cataluña. La consigna del Estado es no tensar la cuerda más de lo necesario, es decir no actuar a priori contra la población intentando simular un estado de derecho que actúa con normalidad. Sin embargo las denuncias por sedición apuntando a organizaciones sociales, la entrada en locales de partidos políticos sin orden de registro y robo de material (como sucedió en la sede de la CUP en Barcelona), las denuncias a particulares por replicar webs, el anuncio de actuar contra aquellos que pasen a formar parte de mesas electorales o voluntarios que colaboren con el ejercicio del referéndum o los interrogatorios de los trabajadores de colegios electorales poco a poco va ampliando el cerco. Otra muestra que esta escalada represiva va en aumento es el hostigamiento a los compañeros de la sección sindical de CNT de Amarradores del Puerto de Barcelona, que vienen denunciando la presencia de los cuerpos represivos alojados en varios buques dormitorio. Las muestras de solidaridad contra la represión y el rechazo a la militarización del territorio cobran forma en caceroladas para no dejar dormir a efectivos alojados en hoteles, o con los estibadores de Barcelona y Tarragona negándose a suministrar en los buques-dormitorio o haciendo sonar las sirenas por la noche para perturbarles el sueño. Y lo que puede parecer un conflicto nacional termina mezclándose con un conflicto social.
La implicación de más y más actores en defensa de libertades colectivas y derechos civiles está ensanchando una brecha que el independentismo había visto reducida en las últimas semanas, de hecho la respuesta masiva de la población tras la represión ha superado incluso a las entidades soberanistas.

La escalada represiva ha hecho saltar por los aires a la vista de una mayoría de la población el Estado de Derecho y la división de poderes. Jueces a las órdenes de fiscalía, juzgados de primera instancia a las órdenes del TSJC, decretos ordenando poner de guardia a cientos de abogados de oficio del 28 al 1 de octubre (en el Partido Judicial de Mataró, de estar en condiciones normales 1 abogado de guardia con 2 retenes han sido puestos de guardia forzosa a más de 20 abogados de oficio). La previsión del Estado es una escalada represiva inaudita, puesto que la respuesta de buena parte de la población ha sido oponerse a un sistema que imposibilita atender sus reclamaciones y el Gobierno se encuentra en un escenario del que no le queda otra opción para salir que una huida hacia delante, inhabilitado para dar marcha atrás y replantear un diálogo.

Precisamente la estrategia del Gobierno de judicializar el conflicto a la espera que la movilización se desinflara, se ha convertido en una trampa para él mismo. Incapaz de frenar una desobediencia civil masiva de la población, ya no sólo de las instituciones, con la convicción de hacer posible el referéndum (y a la que se le están sumando actores como Podem y sus bases que, en otro escenario, quizás se habrían abstenido de implicarse) ha dinamitado posibles puentes de diálogo con sus adversarios en Cataluña. Lo que ha sido aprovechado por el PSOE al apoyar una oposición frontal al referéndum de autodeterminación, pero a la vez criticar duramente la actuación del PP.

El gobierno ha quedado aislado, únicamente acompañado por las rémoras de C’s, y la preocupación cada vez mayor de la diplomacia europea es el preaviso de la caída del gobierno del PP. Ayer todo el mundo vio cómo EEUU se desmarca del Gobierno de España en su oposición al referéndum, y deja la puerta abierta al reconocimiento internacional. El PSOE y algunos miembros del gobierno ya hablan abiertamente de concesiones, mayor autogobierno o reforma federal de la Constitución. Sea como sea, el escenario va a cambiar: si Cataluña se independiza la Constitución española quedará obsoleta y habrá que hacerse otra nueva, si Cataluña no puede independizarse (ahora) habrá reforma constitucional para apaciguar los ánimos e intentar reestablecer puentes. En cualquier caso el melón está a punto de abrirse.

El problema de las revoluciones democráticas es que prometen libertad y democracia. Pero hasta cierto punto.

Nuestro papel aquí, ahora.

Lo que se está gestando en Cataluña es una revolución de carácter liberal, una revolución democrática. Los anhelos de buena parte de este movimiento transversal es una mejor democracia, que responda a las necesidades de la voluntad de la ciudadanía y que le permita expresarse en libertad. No es una revolución social, pero es que no todas las revoluciones lo son.

El problema de las revoluciones democráticas es que prometen libertad y democracia. Pero hasta cierto punto. Al tratarse de un movimiento transversal el uso de los conceptos debe ser lo suficientemente amplio para que todo el mundo se pueda identificar con ellos, de modo que se obvia el conflicto entre Capital y Trabajo. Finalmente una vez instaurado el nuevo sistema y garantizado el estatus quo de la oligarquía se establecen los límites a estos conceptos, de la correlación de fuerzas de quienes han participado en el movimiento dependerá hasta dónde lleguen esos límites. Sobra decir que quienes queden al margen no tendrán capacidad alguna para incidir en nada…

En algún momento del escenario posterior, el debate nacional finalizará pero no la cuestión social que requerirá de nuevos actores que ayuden a organizar la clase trabajadora y canalizar sus aspiraciones de emancipación. Quienes no sobrevivan al maremoto que está por llegar no tendrán ningún papel que jugar.

Desde el anarcosindicalismo no podemos quedar al margen pues, aunque no sea nuestro movimiento. Tenemos la responsabilidad de intentar incidir en una brecha abierta introduciendo la cuestión social en el debate, de tal forma que se recuerde que el derecho de autodeterminación no puede desligarse de un concepto de libertad y democracia más amplio que la mera reforma territorial y administrativa. Que no existe autodeterminación posible sin la clase trabajadora.

Tampoco debemos banalizar el peso que ha tenido el anarcosindicalismo y el anarquismo en la sociedad catalana, lo mismo que forma parte de la historia de Cataluña el agravio nacional también hay que recordar que lo ha sido y lo sigue siendo la cuestión social. Que si precisamente hay un tejido asociativo amplísimo en este país ha sido gracias a la labor de propaganda y asociación que los primeros anarquistas desarrollaron, sentando las bases de gran parte de la cultura popular catalana. Que las herramientas que se proponen para la desobediencia civil vienen del anarquismo, como ya dijo Federica Montseny en la célebre entrevista de TVE en los años 1980, y que también fueron usadas para las conquistas sociales y culturales de la clase trabajadora. Es importante mantener nuestro relato y recomponer nuestros propios símbolos para no ser engullidos.

Para todo ello, no podemos ser instrumentalizados, precisamente porque el movimiento no lo lidera el movimiento libertario no debemos ser quienes llegado el momento recibamos toda la represión. Hay que actuar con inteligencia, buscando alianzas con los movimientos sociales y extendiendo nuestra idea de solidaridad y apoyo mutuo, teniendo muy claro que una cosa es participar de este movimiento masivo en defensa de las libertades y los derechos sociales y otra cosa es acabar de cabeza de turco. Seamos cautos y no queramos correr más que quienes van delante, se trata de ampliar el discurso en nuestra dirección por lo tanto no les pongamos en bandeja ser quienes recibamos los palos.

Hemos de aprovechar la coyuntura para poder explicar que lo que ahora ve una mayoría, viene sucediéndole a una minoría desde siempre. Que por eso la lucha debe ser también social, porque si no mañana seguirá sucediendo a quienes nunca tienen voz.

Es importante mantener nuestro relato y recomponer nuestros propios símbolos para no ser engullidos.

Tenemos una herramienta, usémosla.

Tenemos una herramienta que canaliza todo lo que estamos hablando: la Huelga General. Nuestro Comité Regional de la CNT de Cataluña y Baleares nos ha convocado a todos a sumarnos a la huelga general que se prevé para el 3-O.

Lejos de terminar este estado de excepción encubierto el 2-O, es probable que vaya a más pues las pretensiones del Govern de la Generalitat son las de Declarar la Independencia de Cataluña el 3-O previsiblemente, en caso de ganar el SI en el referéndum.

Hemos de exigir la implicación real de las entidades soberanistas en la huelga general, y aceptar un escenario de conflicto social generalizado. Preparar esta huelga nos obligará a tejer alianzas nuevas con movimientos sociales que puedan ver una oportunidad en ella de vehicular sus aspiraciones en un futuro escenario, y es la mejor manera de dejar claro a la burguesía que tendrán que gestionar la nueva Cataluña con un auge de lo social y esta vez sin el apoyo del Estado español.

Constantemente se ha apelado a ampliar la base social en este proceso de autodeterminación, con la excusa de garantizar el SI en el referéndum. Hemos de poner contrapartidas a esta ampliación, no puede ser un cheque en blanco en un voto aséptico dentro de una urna. De modo que de no implicarse queden ellos en evidencia, de no marcar nuestro discurso desde YA dejamos vía libre a que sean ellos quienes lideren también el discurso de la Huelga General. Y en caso de querer traicionar a la clase trabajadora debemos poder denunciarles públicamente llegado el momento.

Por eso es importante que estemos en cuantos más lugares mejor, predicando la lucha social en este proceso de autodeterminación para garantizar libertad para todas. Debemos trabajarlo desde los Comités de Defensa de barrios y municipios, desde nuestras propias posiciones o desde las compartidas.

Superar el marco nacional, tumbar el régimen del 78.

El problema de todo conflicto nacional es que fortalece ambas identidades en litigio, de modo que afianzar Cataluña tiene efecto rebote en España alentando también a los movimientos fascistas. Desde nuestra perspectiva hay que superar el enfrentamiento entre pueblos, apelando a la lucha social como denominador común de las clases trabajadoras de todo el mundo.

Sin embargo hay otro frente abierto que debemos explotar: la posibilidad de un cambio de régimen en el Estado español. La crisis institucional que está viviendo España en estos días no tiene precedentes y la situación del Gobierno es de aparente tranquilidad pero de gran fragilidad. El despliegue de efectivos represivos que no deja de ir en aumento en Cataluña, está dejando con escasos recursos muchas regiones de España.

Si uno fuera militar pensaría que es un buen momento de abrir otros frentes en el enemigo, pero desde una perspectiva social uno piensa que alentar a que en todas partes salga la gente a luchar por sus derechos sociales, se vaya a la huelga, se ocupen viviendas vacías para los sin techo, se ocupen tierras sin trabajar… Sería el momento perfecto para entre todos y todas, cada una desde su sitio tumbar el régimen del 78. La Estaca de Lluís Llach de nuestros días y que ya está podrida, y finalmente hacerla caer.

Compañeros y compañeras, la CNT de Cataluña y Baleares nos llama a extender la movilización en todo el Estado. Es nuestro deber hacerlo posible.

¡A las barricadas!