Ilustración: Sakero

Educación del Mercado, educación antidemocrática

Las distintas leyes educativas que se han sucedido a lo largo de los años no han tenido mayor objetivo que adaptar la educación a las necesidades del capitalismo del momento. A la par que adaptan el currículum educativo a las necesidades productivas, van adaptando también el modelo de gestión hacia modelos de tipo empresarial, donde se prioriza lo tecnócrata y la llamada “eficiencia y calidad” sobre la democracia y la deliberación colectiva.

La participación de la comunidad educativa en la gestión de sus asuntos comunes es, por lo general, una amenaza para los intereses del capital, puesto que una amplia mayoría es víctima de las formas políticas que este toma en la enseñanza. Y sobretodo, porque todas las leyes de reforma de la enseñanza se han impuesto contra la voluntad de la comunidad. Por ello vemos en la forma de gestión de los centros educativos una parte fundamental del proyecto mercantilista de las élites.

Es fundamental oponer un proyecto de gestión basado en la democracia, la participación y la deliberación colectiva.

Frente a la actual democracia-estamental universitaria y la universidad-empresa por donde caminamos, es fundamental oponer un proyecto de gestión basado en la democracia, la participación y la deliberación colectiva, que permita a la comunidad educativa en su conjunto autogobernarse. Este proyecto entendemos que encaja dentro de una estrategia revolucionaria, pues es en si un proceso de socialización de un medio de reproducción.

La forma de gestión interna de las universidades hoy tienen dos características fundamentales: falta de democracia y estamental. Como hemos dicho, la universidad es un reflejo de la sociedad, por ello las enormes carencias democráticas del régimen actual, se transforman en las mismas carencias en la universidad. A día de hoy la universidad tiene 3 órganos de gobierno fundamentales, donde se toman las decisiones realmente importantes y que afectan al resto de órganos, ya que es una estructura piramidal. Estos órganos son: el Consejo Social, el Claustro y el Consejo de Gobierno.

Consejo Social

Es el llamado órgano de participación de la sociedad en la universidad. Esto que parece una buena idea para que las universidades no sean entes abstraídos de la realidad, se convierte en el lugar desde donde las empresas orientan las políticas universitarias de forma directa. La sociedad en este caso son los representantes de los empresarios, las fundaciones de las grandes empresas o personas vinculadas a los grandes partidos políticos.

El Consejo Social se encarga, entre otras cosas, de aprobar el presupuesto anual de la universidad o la normativa de permanencia de estudiantes. Podemos describirlo como el auténtico “Caballo de Troya” de la tecnocracia y el mundo de las finanzas sobre la enseñanza.

Claustro

En principio funcionaría como la entidad de representación directa de la comunidad educativa. El problema reside en dos patas: los porcentajes de representación no coinciden con los porcentajes de representatividad y que su poder esta mermado en favor del consejo de gobierno. Así el claustro tiene un carácter más orientador que ejecutivo.

Consejo de gobierno

Sus miembros son electos de forma indirecta. Hay cargos de libre designación por el rector, así como los decanos de las facultades y directores de departamentos de las facultades.

En el Consejo reside el auténtico poder de decisión, donde se presentan las propuestas y proyectos que afectan a toda la universidad, crear o suprimir grados, aprobar partidas presupuestarias… Es decir, donde realmente se gobierna la universidad es desde el Consejo. Por lo que tenemos el órgano de gobierno cotidiano de la universidad electo de forma indirecta de entre miembros del Claustro y la designación del propio Rector.

Cuando hablamos de una forma estamental de gobierno nos referimos precisamente a estas cuestiones de elección indirecta o el caso del voto ponderado en las elecciones a Rector, encontrándonos con el caso paradigmático de la Universidad Autónoma de Madrid, donde el actual rector, Jose María Sanz, ganó las últimas elecciones aun teniendo menos votos totales que su rival, Miguel Paniagua. Esto fomenta que las políticas internas de la universidad tiendan más a orientarse a satisfacer los intereses de los estamentos más estables (catedráticos, funcionarios, directores…) ya que son un caladero de votos constante y con mayor fuerza representativa.